La Dirección General de Tráfico trata de controlar el cumplimiento de las normas en la carretera para intentar que se reduzcan los accidentes, sobre todo, aquellos que están causados por la irresponsabilidad de los conductores.
Es el caso de la velocidad, un factor clave en los accidentes de tráfico. Respetar los límites de velocidad marcados en las distintas carreteras y zonas es fundamental para reducir los accidentes. Así, la DGT cuenta con un instrumento muy conocido por los conductores: los radares.
Diferencia entre los distintos tipos de radares
En primer lugar, los radares fijos funcionan como un elemento para disuadir a los conductores de pisar el acelerador más de la cuenta. De hecho, la propia DGT informa de la localización de estos radares, que están siempre ubicados en el mismo sitio y de forma permanente.
La diferencia entre este tipo de radar y los radares móviles es, como su propio nombre indica, el cambio en la ubicación de estos últimos. Así, los radares móviles son los que la policía de tráfico monta de forma temporal en algún punto a lo largo de las carreteras. También se consideran radares móviles los helicópteros de tráfico, como el famoso Pegasus.
Por último, y quizás los menos conocidos, son los radares de tramo. Estos dispositivos constan de dos o más cámaras de visión artificial sincronizas y, situadas en los dos lados de la carretera, miden la media de velocidad de cada vehículo en un determinado tramo, sancionando a aquellos que superen el límite de velocidad establecido, tal y como informa la revista de la DGT.
Además, también existen otros tipos de radares, como los fijos de microondas o los radares láser, que varían en el funcionamiento aunque tienen el mismo objetivo.
También, desde SocialDrive, la aplicación para conductores donde se comparte información sobre el tráfico a tiempo real, con avisos sobre radares, controles policiales y otras alertas, se ha informado sobre la presencia en la carretera de varios camiones camuflados con el fin de multar por el exceso de velocidad.
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